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septiembre 27, 2007

Cronicas Torres de los Colmillos - El Valor - By Kris Haro

Parte de mi inspiracion fue gracias a Kristian, un gran amigo que me dio la pauta para recurrir al Fan Fiction. En honor a ti, hago conocedores a los visitantes de tu obra.

Estas cronicas comienzan en la segunda entrega... La primera entrega quedo en proceso, espero algun dia leer mas de ti Kris.

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Crónica 1


El Valor



Como era costumbre, en Midgard, el clima era frío y el ambiente cargado; la tensión estaba al máximo, todas las miradas estaban centradas en la puerta principal del ca
stillo. La guerra se avecinaba y los guerreros apretaban la empuñadura de sus armas, entre ellos un joven recluta buscaba emocionado su lugar lleno de la adrenalina de aquellos que han de luchar; apenas hace unos días había tomado el uniforme de Knigth del reino, y ya hoy se aprestaba para dar su mejor esfuerzo en el campo del honor.


Suena el cuerno que llama a los valientes al combate. El valiente joven se l
anza al combate con un grito salido desde lo más profundo de su alma.
Sin esperar a nada, ni a nadie, atraviesa las puertas de la muralla, seguido por Hordas de Knigths, Crusaders, Mages y Priest.


Desde atrás, una poderosa voz retumba en los muros, donde un Lord Knigth les clama que no se arrojen como ovejas al matadero. Segado por la euforia, el joven hace caso omiso a las palabras del Lord; a los pocos instantes, deja atrás a unos confundidos swordmans que desconocen el camino, toma corredores que tantas veces estudio en mapas, mapas comprados a los mercaderes de Prontera, mapas que tal ves solo son un invento de algún ebrio en alguna cantina de Morroc. Encuentra las escaleras que lo llevaran al sótano del castillo, hace una ligera sonrisa “seguro que nadie a de llegar primero que el”. Con una sola idea en la mente: la gloria; baja las escaleras de un salto y se topa con un guardia del castillo a menos de 2 pasos, solo sus reflejos bien entrenados lo salvan de terminar ensartado en la espada del enemigo, lo esquiva con gracia casi felina, y avanza, “que se encarguen de el los novatos”, pensó. Al avanzar un par de pasos, ve que el camino es cerrado por 3 guardianes con arcos, empuñó fuerte su espada, sabía que las flechas no podría esquivarlas, pero no se inmuto, corrió firmemente hacia el enemigo, creyendo que si lograba alcanzarlos abriría su defensa con un Magnum Breack y avanzaría como un demonio. Extrañamente, ninguno de los guardianes disparo sus flechas, desconcertado avanzó a través de su formación. Por una fracción de segundo la duda lo embargo y, sin poder evitarlo, giro solo un poco su cabeza para ver que sucedía. Con una visión lenta observo la escena de como los guarias disparaban sus flechas contra Hyral, el Lord Knigth, su amigo y hermano de armas. Mirando como, de una forma bestial, decapitaba al guardián de espada que el había dejado atrás hace apenas unos instantes, su pecho y espalda se cubrían de flechas, flechas que Hyral paresia ignorar. Hyral voltea sus ojos hacia los guardianes con arcos, sus ojos están enrojecidos, inyectados de sangre, dándole un aspecto realmente aterrador, su armadura bañada en sangre, sangre tal vez propia o de algún desafortunado que se cruzo en su camino. El joven Knigth forzó una sonrisa, y por un instante le da gracias al cielo que Hyral es un aliado. Continúa su frenética carrera, pero al regresar su mirada al frente, una luz azulosa lo ciega por un segundo. Un segundo que resulta fatal, por reflejos da una rodada para salir del área de peligro, sin embargo, un dolor punzante se apodera de sus piernas, tan fuerte, tan lacerante. Un grito cruza el castillo, un grito que presagia que ya nada será igual.

¿Minutos?,¿horas?, quien lo sabe… Cuando recupera el conocimiento se encuentra en el piso fuera del castillo, con su hermosa hermana curando sus heridas, Lady Death (su verdadero nombre es un misterio, y tal vez sea mejor dejarlo así). El valiente Knigth trata de incorporarse, pero su cuerpo se siente pesado como la piedra, da un ligero bufido confundido por los eventos. Sus ojos buscan los ojos de Lady Death, y en ellos ve una profunda tristeza, una tímida lágrima que amenaza suicidarse dejándose caer por una de sus pálidas mejillas. Imaginando lo peor, gira su vista en busca de algún rostro que le brinde una esperanza, ve a Damc, quien no es capaz de sostenerle la mirada, un Anarky que, como es costumbre, oculta su presencia en las sombras. El sonido de unas Graves lo hace voltear, Hyral se acerca y, sin esperar que Lady Death de su diagnostico, le ofrece la mano al valiente joven “Que ases ahí acostadote? La WoE aun no termina...”. El silencio se hace, y las miradas de todos se clavan en Hyral como dagas. Lady Death, con una mirada llena de odio le dice entre dientes, tratando de mantener el control de sus emociones: “Estas loco? Él no ira a la batalla. ¡Esta muy lastimado de sus piernas!

Hyral, mira a su hermana severamente y agrega fríamente: “Para blandir una espada usa las manos o las piernas?”.


Lady Death sin dar crédito a lo que acaba de escuchar, sin poder decir ni una palabra, voltea buscando el apoyo de Damc, el cual comienza a marchar para estar al lado de su esposa, mientras Hyral dice: “si no puedes caminar entonces andarás en tú Peco Peco”.

El joven, aun desconcertado, lleno de rabia y dolor grita: “¡basta ya, que no ves que estoy inválido!”. Su voz se escucha, entre rabia y dolor, entrecortándose por la amargura, en sus ojos se refleja un increíble vacío, férreo creyente de el mito "los hombres no lloran" se negaba a dejar libres sus lagrimas.


Hyral se incorpora y lo mira con unos ojos duros como su armadura, aun con la espada en su mano derecha, se jira dando la espalda al muchacho y pone su espada a la altura de su propio rostro como oliendo la sangre que aun esta fresca en su hoja. “En lo mas profundo de mi corazón hay tristeza, tenia tantas esperanzas en ti, realmente creí que eras como mi hermano, un hermano que jamás se doblegaría ante nada ni nadie, me entristece verte así…”.


Dando un giro y blandiendo su espada por encima de su cabeza, Hyral suelta un poderoso golpe que lanza chispas al chocar el acero contra las rocas. ni Damc, ni Lady Death esperaban una acción tan despiadada, los ojos del joven miran la hoja de Hyral a escasos centímetros de su cuello, hoja detenida solo por una piedra que momentos antes usaba como respaldo para mantenerse semi erguido, confundido y a la vez aterrado.

Hyral lo mira severamente, “… deja los llantos para los débiles, la derrota es para aquellos que dejan de luchar, prefiero verte muerto aquí y ahora, que verte tirado en las calles de Prontera como un Bardo fracasado, así que hazte un favor, elije, lucha y muere con honor!”.


El silencio se hace eterno, las manos frágiles de Lady Death toman a Hyral de un hombro, dando la impresión de una paloma tratando de mover una montaña. El joven cierra los ojos y agacha la cabeza, “maldito maniaco... dame la mano, ayúdame a llegar al peco!”, estira la mano
para alcanzar la de Hyral y abre los ojos, solo para toparse con una mirada dura como la piedra, un Hyral que sin muestra de sentimientos se da la media vuelta para alejarse rumbo al castillo. “Ayuda?, no hay nada que no puedas hacer tu mismo si te lo propones”.


Lady Death, desconcertada, se apresura para brindar apoyo a su hermano, pero este la detiene con una sonrisa, “… hoy he aprendido que del sentimiento de la humillación nace el coraj
e, del sentimiento de la derrota nace la idea del suicidio. Nunca me rendiré ante nada”.


Los labios de Lady Death se entre abren para decir el nombre de su hermano, pero este la detiene colocando un dedo sobre sus labios, “Shhh, en memoria de este día, me llamaran por mi nombre de guerra.... es solo para recordarme que no puedo rendirme, llámenme El Bardo”.


Mientras El Bardo aprendía a atarse a la montura, Hyral marchaba de regreso al castillo, internándose en sus laberintos sin mostrar ni el más mínimo dejo de emociones, sin miedo, sin dolor, sin dudas. Solo cuando lo único que se escucha son sus Graves en las baldosas de piedra, entonces mira hacia atrás asegurándose que nadie lo siga. Solo, entonces, se desploma sentándose pesadamente en el piso, y dejando caer su espada de sus manos. Mientras, de entre las sombras, aparece Anarky, el cual se quita su mascara para ver a su amigo llorar. Dejando pasar unos minutos, dice en vos baja, mientras muestra un papel doblado entre sus dedos, “tengo el nombre del atacante”.

Hyral, ya un poco mas desahogado, se incorpora y toma el papel. Leyendo el nombre, y después estrujando el papel, “ese maldito...”. Anarky, sin cambiar su semblante pregunta: “le daremos caza?”. Con una mirada seria, Hyral entrecierra sus ojos, “No. seria como arrebatarle a nuestro hermano la oportunidad de la venganza”. Anarky torna sus ojos hacia Hyral sin mover nada mas en si, “… entonces, se lo dirás? No es muy pronto?”. Hyral gira la cabeza apartando la vista de Anarky, “tienes razón, aun no esta preparado para enfrentarse a ese monstruo”.


Hyral recoge su espada y emprende el camino de regreso a casa, conocedor que con la caída del sol, la WoE termina.


Anarky mira seriamente a Hyral, aun con los brazos cruzados, “eres un manojo de sentimientos, por que no te aceptas como tal?, por que tienes que hacerte el duro ante los demás?”. Hyral se detiene en seco, sin volver la mirada hacia Anarky, contesta: “crees que mis hermanos se levantarían de sus penas, si yo me hundo junto con ellos?”. Anarky avanza unos cuantos pasos, “… tal ves no, pero recuerda, una pena es una carga, y las cargas son mas ligeras si se llevan entre varios”.

La carcajada de Hyral retumba en los muros del castillo, y este sin miramientos le da con el brazo izquierdo un fuerte apretón a Anarky, “… y para que crees que te tengo? Tú eres el amigo que me ayuda a mantener a esos chiquillos en pie de Guerra”.

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Cronicas Torres de los Colmillos - Lady Death - By Kris Haro

Crónica 2.1


- Lady Death -


En el lugar se apreciaba una gran penumbra, apenas alcanzaban a mirarse los unos a los otros, Lady Death grita desde atrás.


“¡No se separen demasiado, el podría estar en cualquier parte!”


Dan Ángel se adelanta un poco, solo un poco. Lanza su halcón para que inspeccione metros mas adelante, el resultado es negativo, no hay nada.

Hyral arreaba su peco y El Bardo le seguía a distancia prudente sobre el propio, Anama destensaba su arco dando un suspiro de alivio, sonríe y dirige su mirada hacia Lady Death. Primus apoya en la vigía a Dan, mientras Uriel fuma despreocu

padamente, incluso sin haber desenfundado su hacha.

Lady Death le dirige una mirada “Uriel ¿como puedes estar tan tranquilo?, a sabiendas que el esta en algún lugar de esta caverna...”


Uriel respondió afablemente “Si

desenfundo mi hacha y me pongo en guardia, ¿Habrá alguna diferencia?, donde el me encuentre, me hará pedazos. ¡Ho, ho, ho, ho!”


Lady Death se incomodo por la risa intransigente de Uriel “… ¡esa risa me pone los nervios de punta!, ¿te causa risa saber que podrías morir?”


Uriel dio una bocanada a su cigarro “Me gusta pensar que este es mi ultimo cigarro, por fin dejare de fumar”.


Lady Death busca en la cara de Uriel el más mínimo gesto de miedo. Pero, en su lugar, encontró una amable sonrisa. Por un segundo, Lady Death olvida en que lugar se encuentra y los motivos que la llevaron asta ahí, su mente se remonta a épocas pasadas, cuando ya antes había pisado este lugar, otra fecha, otras compañías, otras circunstancias…


Mira al frente, su mirada se nubla, y comienza a ver a cada uno de sus compañeros. Como veía a sus viejos camaradas, camaradas que en otras fechas no pudieron escapar de este mismo lugar.


Primus lanza de nueva cuen

ta su halcón para detectar enemigos, pero esta vez el resultado es diferente. El halcón no regreso. La sonrisa de Primus se desvaneció poco a poco, mientras lo embarga la desesperación. Su halcón, su amado halcón, ni siquiera se escucha un ligero murmullo, grita un profundo “No”, salido desde lo mas hondo de su alma y corre hacia las sombras, Dan lo reprende sin resultados, Hyral acelera el paso para no dejar a su compañero solo.


Lady Death se torna desesperada y grtia “¡Bunny, George, no vayan ahí esta Hellion! ¡¡¡no vayan!!!”.

Confundido por ese grito, Hyral gira su cabeza hacia atrás, buscando los ojos de Lady Death, mientras ella observa como Hyral torna su cabeza hacia donde ellos están, esta sale volando y rodando hacia sus pies.


Damc se apresura a cubrir a Lady Death con su propio cuerpo, evitando que la hoja de una espada la atraviese, pero pagando este acto de valor con su vida; Damc cae de espaldas, pesadamente sobre Lady Death.


Mientras, Alric da un poderoso golpe al atacante que a salido de las sombras; las espadas chocan lanzando destellos y chispas.


Anama dispara su arco contra el enemigo, apenas logra distinguir su silueta, una silueta semitransparente, las flechas lo atraviesan como un fantasma, y van a dar en el estomago de Alric; este, incrédulo, da un par de pasos hacia atrás; Anama, sabiendo que no tiene tiempo para dudar y con la experiencia ganada en pasadas

batallas, cambia sus flechas por unas con cabeza de plata.


Lanza un par de flechas mas, estas si impactan al atacante, Anama sonríe y murmura. “Te tengo, maldito”.


Esta vez apunta directo a la cabeza del enemigo, pero al ver el rostro del atacante el desconcierto la embarga, ve el rostro de Hyral, pero con una sonrisa extraña, una sonrisa demente, una sonrisa que aterra hasta el más valiente. Ese no es Hyral, ese no puede serlo, pensaba Anama, “Maldito, no te burlarás de mí, no te burlaras de Hyral”


Fueron sus últimas palabras antes de que ese engendro la cortara en dos de un solo tajo, cortando incluso su arco.


En el piso, Lady Death, aun sin poder moverse parte por el enorme peso de Damc y su armadura, y parte por ser presa de el miedo y los recuerdos; impotente murmura entre llantos “… no, no, no...” viendo como cada uno de sus compañeros va cayendo presa de el Dopelganger.


Unas manos duras toman a Damc por la armadura y lo levantan casi en vilo “¿Que diablos esperas? ¡Huye!... solo tu puedes hacer algo por ellos, pero no aquí, no ahora, huye”.


Lady Death lo miro asustada, aun conmocionada “¿que haras tú?”.


Uriel se sonrió maliciosamente “cumpliré mi promesa... dejare de fumar”.


Lady Death mira desconcertada

a Uriel, que incluso en estas circunstancias, no denota miedo ni amargura. “No puedo irme. No puedo abandonarlos, no puedo...”


Uriel reafirmo su voz ante ella “Este no es momento para actos heroicos, solo vete, te daré tiempo, todo el tiempo que pueda”.


Mientras decía esas palabras, Uriel corría hacia las tinieblas con el propósito que el Dopelganger lo siguiera. Cosa que resulto. Mientras Lady Death retrocedía, entre llantos murmuraba, “… no otra vez, no otra vez, esto no puede ser…”


Y, desde las tinieblas, casi perdido, se escucha el característico corte de una hoja y el salpicar de sangre...


Un fuerte toque en la puerta de madera despierta a una joven de sueños intranquilos, que grita presa del pánico, un par de segundos después, el Paladín Damc esta a su lado tratando de tranquilizarla, “Calma amor, solo fue un mal sueño”.


Lady Death, sin decir palabras suelta el llanto, un llanto presa del pánico, mezcla de miedo y alegría, alegrías de que solo haya sido un mal sueño.


¿Un sueño premonitorio?, tal vez, pero era un sueño que no estaba dispuesta a permitir que se cumpliera, pero para ello debería de prepararse, ya que pronto visitarían la ciudad de Geffen.


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Cronicas Torres de los Colmillos - El Adiós - By Kris Haro

Crónica 2.2

-El Adiós-


Los recuerdos de las pesadillas atormentaban a Lady Death; cada vez eran más frecuentes, más aterradoras y más reales.


Lady Death caminaba por Prontera, pensó que un paseo por la zona comercial la debía tranquilizar; no se encontraba lejos así que se dirigió hacia allá. Apenas había dado unos pocos pasos y distinguió a Uriel, sentado en su carro, como siempre, fumando sus viejos y malolientes cigarros.


“Esas cosas te mataran algún día…” Le replico ella.


Despreocupado, Uriel volteo reconociendo a su jefa de clan, arrojó el humo hacía arriba y sonrió… “¡Lady Death! que gusto ¿que te trae a este sector?


Lady Death esquivaba las miradas, “…buscaba hacer unas compras, y tu ¿que haces?”


Uriel tomo una reacción afable “lo que hacemos mejor los comerciantes… vender”.


Lady Death echo por inercia un ojo a la mercancía de Uriel, y se sorprendió de lo que veía… “No es que sepa mucho de su forma de comerciar, pero, por lo general cuando tratan de vender algo… muestran su mercancía, no se sientan sobre ella”.


Uriel se sonrió, “… ¿será por eso que no vendo nada? ¡Ho, Ho, Ho, Ho!”.


La risa de Uriel parecía una lanza en la cabeza de Lady Death. La personalidad de el le agradaba, pero su risa era como para estrangularlo. Ella hizo a un lado a Uriel y revisó que tenia para vender; encontró un par de escudos de muy buena calidad, unas botas de primera y algunas cartas hechizadas.


Lady Death, admirada le comento “estos escudos parecen buenos, ¿en cuanto los estas vendiendo?”.


Uriel dio una bocanada a su cigarro y con una sonrisa le contesto “… no tengo idea”.


Lady Death, confundida por la respuesta, le argumento “¡estas vendiendo equipo de primera! Y, ¿no sabes ni en cuanto lo darás?"


“¿Quien marca los precios? ¿El vendedor o el comprador?” y siguió con su humareda.


Lady Death se mostró un poco preocupada “…el mercader de allá vende estas mismas botas en 800,000 zenys ¿en cuanto las darás tu?"


Uriel se desconcertó un poco y trastabillo al contestar “he… ¿200,000?”


Ella lo miro de nuevo seriamente “así nuca te aras rico, le estas bajando el precio asta una cuarta parte”


Uriel la miro curioso “¿eso es malo?”


Lady Death, con tales respuestas comenzaba a molestarse. ¿Como un Black Smith podría ser tan despistado? Tal vez, Uriel, lo único que hacía era tomarle el pelo, así que decidió ponerlo a prueba. “¡Hagamos un trato! Estos dos escudos ¿en cuanto me los darás?"


Uriel sonrió “400,000 por los dos escudos”.


La chica se dispuso a pagar y, en ese momento, vio como un Rogue se acercaba a Uriel por sus espaldas. El pillo metió su mano derecha entre sus ropas y tomo algo, cuando Lady Death intento avisar a Uriel, la voz del desconocido sonó amable y escandalosa. “Uriel... me costo trabajo, pero he regresado”


Lo que el rogue buscaba era un paquete que arrojo al carro de Uriel despreocupadamente. “… aquí lo tienes, un paquete de el mejor papel arroz de Amatsu, acompañado de las plantas mas selectas de Umbala”.


Lady Death no pudo evitar hacer un gesto de desagrado, este paquete era para hacer más cigarros.”… Uriel, me sorprendes. No sabes negociar, no sabes vender, no sabes forjar. Solo sabes armar esos horribles cigarros y fumar como si de ello dependiera tu vida”


Uriel volteó hacía ella con una sonrisa, mientras le entregaba una carta al rogue. Ella miro por unos instantes la carta, reconociendo que era una carta hechizada con la imagen de una Mantis.


Uriel, tranquilamente, contesto: “… en el mundo hay mucha gente que, como yo, cree que el dinero carece de valor. Lo que es eterno es la amistad. Además, ¿forjar armas?, ¿como puedo forjar un arma si no se su funcionamiento? cuando comprenda perfectamente como funciona un arma, entonces podré forjar verdaderas armas y no juguetes”.


Lady Death se dio cuenta que él tenia razón. Ella como, High Priest, no podría lanzar sus rezos curativos si ella misma no comprendía la grandeza de los milagros. Hizo una sonrisa de buen agrado y miro como se alejaba el rouge, giró su mirada y, con detenimiento, vio como Uriel armaba su primer cigarro y como le daba su primer fumada. Una tranquilidad se retejaba en su rostro y, entonces, recordó, como hasta hace unos instantes, estaba preocupada por sus pesadillas. Por un instante Uriel hizo que se olvidara de las preocupaciones, mientras las ideas de Lady Death volaban alejándose de allí. La voz de Uriel sonó en un tono diferente, más... serio, más solemne. “… Death, Midgard esta agonizando. Tu también lo sientes ¿verdad?”.


Lady Death, desconcertada por el comentario, no acertó a decir nada, no quería interrumpir el momento de inspiración de Uriel.


“Cada día, los monstruos son mas atrevidos y se acercan mas a los asentamientos humanos, incluso algunas tribus como la de los orcos han levantado campamentos fijos, explanadas y, ahora, cuentan con un ejercito numeroso, un Lord al mando y, además, un Héroe se ha levantado entre sus filas. En el inframundo, los espíritus danzan, mientras las brujas montan sus lunas, cada vez todo empeora y, los Dioses, nos están dejando la encomienda de defender nuestro mundo, mientras nosotros nos aferramos a la inútil idea de que no pasa nada. Lady Death, he tomado una decisión, abandonare el clan.” Uriel se mostró serio.


Ella, sin poder terminar de comprender las palabras de Uriel balbuceo “¿Abandonaras el clan? ¿Cómo? ¿Por que?”.


Uriel tornaba su mirada a Lady Death “Debo regresar a casa para apoyar a mi gente, pero, no… antes de irme debo pedirte algo”.


Uriel metió su mano en uno de los bolsillos de su chaqueta y saco una extraña loseta. Tenía grabada unas inscripciones ilegibles. “…toma, esta es una placa sagrada, no la pierdas. Si quieres averiguar el por que de tus pesadillas Deberás conseguir las 4 losetas que forman esta placa.”


Lady Death tomo la placa, aun algo confundida por las palabras de Uriel y, sobretodo, por que esto de las pesadillas solo lo conocía Damc.


Uriel tomo de los hombros a Lady Death y la jalo despacio, le dio un suave beso en la frente, casi imperceptible y en voz muy baja le dijo: “Ve a la cárcel del castillo y dale esta flor al Bardo que esta encerrado ahí, él te ayudara a buscar las otras losetas. Cuídate mucho. Los que mataron a tu madre te buscan. Tu padre te ama.”


Cuando Lady Death escuchó estas palabras se estremeció, ¿como era posible? Trató de ver a los ojos a Uriel, mas en un simple parpadeo, fracción de segundos, el ya no estaba, solo en el piso había quedado una flor enorme, de una fragancia deliciosa, una flor de una especie que Lady Death nunca había contemplado...



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Cronicas Torres de los Colmillos - Mi más puro sentimiento hacia ti - By Kris Haro

Crónica 2.3


-Mi más puro sentimiento hacia ti -


Apesadumbrada, Lady Death se sentó en la banca cercana a la fuente de Prontera; Miraba pasar muchísima gente, pero a la vez se sentía sola, con un vacío abismal en su alma.


Bajó su mirada y contemplo la rosa que hacia unos momentos Uriel le había regalado, era extraordinariamente enorme, de vivos colores y una fragancia fresca, parecía recién cortada. Aun confundida, decidió dirigir sus pasos al castillo; aquel al que buscaba se encontraba en el calabozo. Alzó su mirada y se sobresalto, a escasos centímetros de su rostro estaba Anama, su cuñada, la sorpresa hizo perder el equilibrio a Lady Death, que se estremeció hacia atrás, amenazando en caer dentro de la fuente. Anama, con reflejos ágiles, tomo de la mano a Lady Death, pero la fuerza no la ayudo. Ambas cayeron a las aguas, cuando lograron salir ya estaban rodeadas de curiosos que se divertían a carcajada abierta de la desgracia de las jóvenes.


Se escuchan, acercándose, unas botas de acero golpeando las piedras de la calle y se hace el silencio.

Hyral aparece, con una mirada seria “¿les parece gracioso? Que tal si yo les...”


Fue interrumpido de improviso por una joven recluta que, dando pasos seguros, tendió la mano hacia las jóvenes para ayudarlas a salir. “Sí, si es gracioso, tan gracioso como si a cualquier otra persona le pasara, incluso a mí; los accidentes pasan y hay que aprender a aceptarlos, ¿o piensa arrestarlos a todos bajo el cargo de reír?... Señor...”.


Cuadrándose ante un superior, después de haber ayudado a Lady Death y Anama a salir de su penosa situación. Las miradas de ambos militares se cruzaron, el ambiente se puso sumamente tenso, no era un secreto la rivalidad que había entre ambos, los fríos ojos de Hyral parecían brasas, mientras los ojos de Enid daban la impresión de ser de hielo. La tensión de ese momento fue cortada de golpe por Anama, que se metió entre ellos con una sonrisa y cambiando el tema de discusión. “¡Gracias a los dos por su ayuda! Pero si seguimos así nos vamos a resfriar... por favor Enid ¿nos podrías escoltar a una posada?... por fa...”


Enid, conociendo los deberes de un Knigth, se cuadro ante su superior y giro hacia Anama y, con una sonrisa, realizó el saludo militar que corresponde hacia un civil, con paso firme y a la ves elegante marco hacia la posada donde se hospedaba la High Wizard, Llau, en esos momentos; Fue frenada, entonces, por las palabras de Hyral, “No recuerdo haber dado autorización para que se marche recluta.”


Enid dio una respiración fuerte para tranquilizarse, giro y se cuadro, “¡Permiso para escoltar a las civiles!... Señor.”


“Cuando termine con esa encomienda, repórtese en el cuartel, soldado...” Hyral se dio la vuelta y tomó marcha hacia la base militar, con una ligera mueca de ser el que controla la situación y, así seguiría mientras Enid siguiese siendo un soldado sin rango; cosa que a Enid le alteraba en sobremanera. Con certeza, nadie sabe como empezó esta rivalidad, el por que de esta intolerancia entre ambos.

Pocos instantes después, Anama y Lady Death se cambiaban de ropas, las cuales les había facilitado Llau mientras regresaban a sus habitaciones en el castillo de Prontera. Llau miraba, curiosa, la extraña rosa que Lady Death había traído consigo, la coloco en un recipiente con agua y la observo detenidamente. ¿Era esta una variedad de rosa que no había visto? Era enorme. “Death, ¿esta rosa donde la conseguiste? es hermosa...” Inquirió Llau, mientras seguía con su escrutinio.


Lady Death giro un poco sobre si para mirar a Llau, “… me la regalo Uriel, me pidió que se la entregara a alguien.” Llau torno su vista en Lady Death, inquisitiva, “¿Uriel? ¿Es un amigo tuyo?”.


Lady Death la miro con extrañeza y agrego “… en verdad eres despistada. Uriel, el Black Smith del clan, el hombre ese que siempre anda fumando.” Anama se unió entonces a la platica, “La despistada es otra. Que yo recuerde no hay Black Smith en el clan...”.


Estas palabras formaron un desconcierto en Lady Death; tenia cierto tiempo de conocer a Uriel, el había acompañado al clan en varias aventuras. Aunque nunca se dio a notar por ser un gran peleador, siempre estuvo ahí para apoyarla y dar consejos, aunque siempre lo creyó un poco alejado, ya que solo con ella conversaba. Pero, ahora, eso de que no lo recordasen le parecía escalofriante.

Ya casi al caer el sol, las tres chicas se dirigieron al castillo, cambiaron sus vestimentas por atuendos mas adecuados. Lau, aunque tenia buen gusto por las telas finas, sus atuendos siempre eran muy escasos, como lo veía Lady Death que estaba más acostumbrada a los vestidos largos de High Priest. Las tres damas caminaron en búsqueda de Damc, Paladín y esposo de Lady Death, ya que el al formar parte de los guerreros sagrados del reino, podría darles acceso a las mazmorras del castillo.


Cuando por fin lo encontraron, Lady Death le dio un abrazo y un tierno beso. Damc, enamorado como la primera vez, se perdió en la profundidad de esos hermosos ojos negros de su esposa; el tiempo parecía detenerse para ellos cuando estaban juntos, solo una repentina tos los volvió a la realidad. “Coff, coff, Death la rosa... coff”, disimulaba Anama su dialogo.


Lady Death, regresando a la realidad, recordó para que estaban ahí, le pidió a Damc acceso a la prisión. El, algo confundido, las guió por los pasillos del castillo, mientras caminaban Damc pregunto “Amor, y ¿que esperas encontrar en la prisión? ¿Esperas que se arrepientan de sus delitos?”.


Lady Death pensó un momento “Mm. Pues, la verdad, estoy buscando a un hombre...”.


Damc mantenía su paso al lado de su esposa, que caminaba un poco mas lentamente. “Esta es una temporada de paz, no tenemos a casi nadie en la prisión, solo unos pocos mal vivientes.”.


“Es un bardo... de cabello rojo... mediana estatura…” Lady Death, recordaba las descripciones que Uriel le había dado, sin darse cuenta que cada descripción golpeaba el corazón de Damc como puñaladas. Damc tenía un mundo girando en su cabeza, lleno de ideas, ideas que atormentaban su alma, especialmente conociendo la reputación que precedía a ese bardo. ¿Que podría querer Lady Death de ese bardo?, nada bueno podría salir de esa reunión, ¿acaso era que Lady Death era una mas de las victimas de ese truhán?, ¡no, no, no, no, no! se negaba a tener esos pensamientos que el mismo tachaba de enfermizos, el amaba a Death, para bien o para mal, estaban juntos para siempre, ella no podía haber sucumbido ante ese maldito...


Damc no supo ni en que momento, pero, ya habían llegado a las mazmorras, ante el se erguía la enorme puerta reforzada que mantenía aislados a los criminales, coloco la enorme llave de acero en la cerradura y la hizo girar. La primera en entrar fue Anama, y una lluvia de pensamientos, otra ves, abrumo al buen paladín, ¿acaso no era Lady Death sino su preciosa hermana? ¿La doncella Anama era la victima de este Bardo? no podía alegrarse por que no fuera su amada, ya que Anama era su querida hermanita, tan pequeña, tan tierna, tan inocente. La segunda persona en entrar fue Llau, que, aunque era un poco mayor que las otras dos, también era bellísima. Un pensamiento golpeo como un martillo de guerra la cabeza de Damc, por unos segundos le suplico a los Dioses que la victima fuera Llau y no su amada esposa, ni su preciosa hermana, pero ese pensamiento era impuro, indigno de un paladín, ¿como podía estarle pidiendo a los Dioses un mal para una persona que el mismo llamaba amiga?. Fue entonces el turno de Lady Death para entrar a la prisión. Damc dio un paso para entrar detrás de ella, pero lo detuvo.


“… Por favor, amor, esto es algo que debemos resolver nosotras, confía en mi, se cuidarme sola”. Death mantenía una mirada segura. Le dio un beso en la mejilla y desapareció detrás de esa enorme puerta. Damc vio la puerta cerrarse lentamente, y escucho el rechinar como nunca lo había escuchado.


Su cara mostraba un profundo dolor y vació, pero duro poco, fue remplazado por una suave sonrisa y unas palabras salidas desde lo más profundo de su corazón.


“… Te amo. Y se que tu también me amas. No es correcto dudar de una persona como tu, si me pides que confié, lo haré, por que desde lo las profundo de mi corazón, yo... te amo.”



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Cronicas Torres de los Colmillos - Regreso a Morroc, un Bardo y cinco Doncellas - By Kris Haro

Crónica 2.4

- Regreso a Morroc, un Bardo y cinco Doncellas.-

El resto de la tarde, transcurrió haciendo tramites para sacar al buen bardo de la prisión. Donde, lo más que lograron fue un permiso condicional, saldría solo con la escolta de la caballería del lugar, del cual no podría separarse, para garantizar su regreso después de la encomienda de Lady Death.

Paradójicamente, resulto relativamente sencillo, habrá sido por que Lady Death propuso una terapia de rehabilitación para criminales con delitos no muy graves, ó por la intervención y el voto de confianza del paladín Damc. Como allá sido, el grupo de aventura se formo por:

Lady Death: High Priest, decidida a encontrar las respuestas a preguntas que ni ella misma se había formulado.

Anama: Sniper, que no se perdería la oportunidad de salir de las murallas de Prontera, ella amaba la vida en las llanuras y los campos abiertos, hasta donde se perdiera la vista.

Llau: High Wizard, amiga de Lady Death e interesada por el conocimiento y las tendencias del pensamiento, además de estar intrigada por ese bardo tan hábil con las palabras.

Tilo Wolf: Bardo, mentiroso, bromista y principal guía en esta aventura que nadie termina por comprender.

Dies Irae: Knight, elegida por la unión de guardianes de Prontera con la encomienda de garantizar el regreso de Tilo a la prisión al terminar la encomienda de Lady Death y, si muestra una buena conducta, hablar en su favor para reducir la sentencia.

Enid Volsug: Knight, esta joven militar a mostrado talento en las armas y capacidad de decisión bajo presión, además de un temperamento excepcional, elegida como apoyo a Dies Irae para el control de el bardo y, en palabras de Hyral “Para que ella descubra que en el mundo hay mas que solo pleitos de mercado”.

Tilo Wolf, encerrado en la fría celda, veía a lo lejos como se abría la puerta de guardias y atravesaban por ella una verdadera pasarela de hermosas jóvenes, no podía comprender su enorme suerte, no solo saldría de prisión, sino que estaría atado a ellas por las leyes de Prontera, la primera que cruzó el umbral fue Gabriel De Alentine, una paladineza, jefa de las fuerzas armadas de Prontera, una rubia escultural que ni la armadura que llevaba la hacia lucir menos bella; le seguía Lady Death, una High Priest de cabello largísimo, negro como la más oscura noche, haciendo contraste con una piel casi tan blanca como las nieves de Lutie, con un porte y una serenidad que la hacían ver casi como una muñeca de porcelana, en seguida apareció Llau, la High Wizard, que aun que de unos cuantos años mas que Lady Death, lucía una belleza sofisticada, esa belleza que solo las intelectuales portan. Anama entro enseguida, una chiquilla realmente, no paresia pasar de los 18 años, mostraba una belleza juvenil rozagante de inocencia y virtud.

Al terminar tal desfile, vio entrar a dos jóvenes más, una con hermosos ojos azules, pero no un azul común, un azul pálido, casi como el hielo de las mas profundas cavernas de Ice dungeon, esos ojos lo dejaron perplejo, acompañada de otra joven de ojos cafés, un par de años mayor que su compañera que entraba a la par, pero no por ello menos hermosa.

Tilo, recargado en los barrotes piensa “… ¿entonces, esta es mi condena?”, sonríe de buena gana pensando “Esta si será una grandiosa aventura...”, la sonrisa va mutando, convirtiéndose en una sonora carcajada, la cual solo se detiene cuando una Gabriel da un par de tosidas para llamar su atención. Tilo calla y da un vistazo, para darse cuenta como aquel hermoso ramo de doncellas lo miran desconcertadas.

Después de las mutuas presentaciones, Tilo comienza su trabajo. En el cual, la única pista es una loseta con inscripciones in entendibles.

Tilo la analiza y hace una diagnostico. “Al parecer, nuestra aventura comenzará en las arenas de Morroc, señoritas, el desierto es abrasador, así que les recomendaría que usaran ropas ligeras.”

Mientras, su mente jugaba con la imagen en la cual se figuraba viendo a cada una de ellas en finas telas de Morroc, una visión paradisíaca; sin poder evitarlo, su mente volaba en fantasías dionisiacas.

En ese momento, Lady Death dirigió su mirada a las demás chicas, metió una mano en su bolsillo y saco una pequeña gema de color azul, la mostró a las demás y sin mas, ellas emprendieron la idea, Lady Death tejió uno de sus conjuros de nombre Warp Portal; apareció, entonces, un as de luz con el centro luminosamente en tonos azules, en el cual cada una de ellas fue entrando, al final solo quedaban Enid, Lady Death y Tilo.

Enid miro al hilarante bardo, “¿esperamos a que termine de reírse?”.

Lady Death le dirigió una mirada con una sonrisa entrecortada, “… al paso que va, terminara primero mi conjuro.”

Enid marco una sonrisa picara y sin mas, le dio una patada al bardo, el cual fue a parar en el warp seguido por Enid y Lady Death.

Al ver su plan echado a perder, Tilo les propuso ir a una taberna para poder contarles lo que el sabía de la loseta que Lady Death le había mostrado hacia unos momentos, Anama que, en anteriores ocasiones, había estado en estas tierras comenzó a caminar, esto le dio a Tilo un leve presentimiento, “¿será ella?”. Ella conoce el pueblo de Morroc; no, era demasiado joven para ser ella. Bueno, no importaba, no estaría de más echarle un vistazo a su espalda.

Tilo les seguía el paso, pero agrego “…hemm, disculpen chicas es por acá.”

Llau, aunque siguió caminando le dirigió unas palabras, “¿no que tan buen guía?, el Bar de Morroc esta por acá”.

El bardo se detuvo y señalo, “sí, el BAR esta allá, pero dije una Taberna, una VERDADERA taberna, no esa tienda de aguas frescas”.

Tilo pensó entonces “…Llau es más adecuada, corresponde con la edad y también conoce Morroc”.

Mientras Tilo guiaba el grupo de chicas y ahondaba en sus divagaciones, Lady Death miraba en todas direcciones, aun sin poder comprender como consiguió el valor para regresar a Morroc. Pero, mientras se mantuviese fuera de problemas, nada malo podría pasar.



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