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septiembre 27, 2007

Cronicas Torres de los Colmillos - El Adiós - By Kris Haro

Crónica 2.2

-El Adiós-


Los recuerdos de las pesadillas atormentaban a Lady Death; cada vez eran más frecuentes, más aterradoras y más reales.


Lady Death caminaba por Prontera, pensó que un paseo por la zona comercial la debía tranquilizar; no se encontraba lejos así que se dirigió hacia allá. Apenas había dado unos pocos pasos y distinguió a Uriel, sentado en su carro, como siempre, fumando sus viejos y malolientes cigarros.


“Esas cosas te mataran algún día…” Le replico ella.


Despreocupado, Uriel volteo reconociendo a su jefa de clan, arrojó el humo hacía arriba y sonrió… “¡Lady Death! que gusto ¿que te trae a este sector?


Lady Death esquivaba las miradas, “…buscaba hacer unas compras, y tu ¿que haces?”


Uriel tomo una reacción afable “lo que hacemos mejor los comerciantes… vender”.


Lady Death echo por inercia un ojo a la mercancía de Uriel, y se sorprendió de lo que veía… “No es que sepa mucho de su forma de comerciar, pero, por lo general cuando tratan de vender algo… muestran su mercancía, no se sientan sobre ella”.


Uriel se sonrió, “… ¿será por eso que no vendo nada? ¡Ho, Ho, Ho, Ho!”.


La risa de Uriel parecía una lanza en la cabeza de Lady Death. La personalidad de el le agradaba, pero su risa era como para estrangularlo. Ella hizo a un lado a Uriel y revisó que tenia para vender; encontró un par de escudos de muy buena calidad, unas botas de primera y algunas cartas hechizadas.


Lady Death, admirada le comento “estos escudos parecen buenos, ¿en cuanto los estas vendiendo?”.


Uriel dio una bocanada a su cigarro y con una sonrisa le contesto “… no tengo idea”.


Lady Death, confundida por la respuesta, le argumento “¡estas vendiendo equipo de primera! Y, ¿no sabes ni en cuanto lo darás?"


“¿Quien marca los precios? ¿El vendedor o el comprador?” y siguió con su humareda.


Lady Death se mostró un poco preocupada “…el mercader de allá vende estas mismas botas en 800,000 zenys ¿en cuanto las darás tu?"


Uriel se desconcertó un poco y trastabillo al contestar “he… ¿200,000?”


Ella lo miro de nuevo seriamente “así nuca te aras rico, le estas bajando el precio asta una cuarta parte”


Uriel la miro curioso “¿eso es malo?”


Lady Death, con tales respuestas comenzaba a molestarse. ¿Como un Black Smith podría ser tan despistado? Tal vez, Uriel, lo único que hacía era tomarle el pelo, así que decidió ponerlo a prueba. “¡Hagamos un trato! Estos dos escudos ¿en cuanto me los darás?"


Uriel sonrió “400,000 por los dos escudos”.


La chica se dispuso a pagar y, en ese momento, vio como un Rogue se acercaba a Uriel por sus espaldas. El pillo metió su mano derecha entre sus ropas y tomo algo, cuando Lady Death intento avisar a Uriel, la voz del desconocido sonó amable y escandalosa. “Uriel... me costo trabajo, pero he regresado”


Lo que el rogue buscaba era un paquete que arrojo al carro de Uriel despreocupadamente. “… aquí lo tienes, un paquete de el mejor papel arroz de Amatsu, acompañado de las plantas mas selectas de Umbala”.


Lady Death no pudo evitar hacer un gesto de desagrado, este paquete era para hacer más cigarros.”… Uriel, me sorprendes. No sabes negociar, no sabes vender, no sabes forjar. Solo sabes armar esos horribles cigarros y fumar como si de ello dependiera tu vida”


Uriel volteó hacía ella con una sonrisa, mientras le entregaba una carta al rogue. Ella miro por unos instantes la carta, reconociendo que era una carta hechizada con la imagen de una Mantis.


Uriel, tranquilamente, contesto: “… en el mundo hay mucha gente que, como yo, cree que el dinero carece de valor. Lo que es eterno es la amistad. Además, ¿forjar armas?, ¿como puedo forjar un arma si no se su funcionamiento? cuando comprenda perfectamente como funciona un arma, entonces podré forjar verdaderas armas y no juguetes”.


Lady Death se dio cuenta que él tenia razón. Ella como, High Priest, no podría lanzar sus rezos curativos si ella misma no comprendía la grandeza de los milagros. Hizo una sonrisa de buen agrado y miro como se alejaba el rouge, giró su mirada y, con detenimiento, vio como Uriel armaba su primer cigarro y como le daba su primer fumada. Una tranquilidad se retejaba en su rostro y, entonces, recordó, como hasta hace unos instantes, estaba preocupada por sus pesadillas. Por un instante Uriel hizo que se olvidara de las preocupaciones, mientras las ideas de Lady Death volaban alejándose de allí. La voz de Uriel sonó en un tono diferente, más... serio, más solemne. “… Death, Midgard esta agonizando. Tu también lo sientes ¿verdad?”.


Lady Death, desconcertada por el comentario, no acertó a decir nada, no quería interrumpir el momento de inspiración de Uriel.


“Cada día, los monstruos son mas atrevidos y se acercan mas a los asentamientos humanos, incluso algunas tribus como la de los orcos han levantado campamentos fijos, explanadas y, ahora, cuentan con un ejercito numeroso, un Lord al mando y, además, un Héroe se ha levantado entre sus filas. En el inframundo, los espíritus danzan, mientras las brujas montan sus lunas, cada vez todo empeora y, los Dioses, nos están dejando la encomienda de defender nuestro mundo, mientras nosotros nos aferramos a la inútil idea de que no pasa nada. Lady Death, he tomado una decisión, abandonare el clan.” Uriel se mostró serio.


Ella, sin poder terminar de comprender las palabras de Uriel balbuceo “¿Abandonaras el clan? ¿Cómo? ¿Por que?”.


Uriel tornaba su mirada a Lady Death “Debo regresar a casa para apoyar a mi gente, pero, no… antes de irme debo pedirte algo”.


Uriel metió su mano en uno de los bolsillos de su chaqueta y saco una extraña loseta. Tenía grabada unas inscripciones ilegibles. “…toma, esta es una placa sagrada, no la pierdas. Si quieres averiguar el por que de tus pesadillas Deberás conseguir las 4 losetas que forman esta placa.”


Lady Death tomo la placa, aun algo confundida por las palabras de Uriel y, sobretodo, por que esto de las pesadillas solo lo conocía Damc.


Uriel tomo de los hombros a Lady Death y la jalo despacio, le dio un suave beso en la frente, casi imperceptible y en voz muy baja le dijo: “Ve a la cárcel del castillo y dale esta flor al Bardo que esta encerrado ahí, él te ayudara a buscar las otras losetas. Cuídate mucho. Los que mataron a tu madre te buscan. Tu padre te ama.”


Cuando Lady Death escuchó estas palabras se estremeció, ¿como era posible? Trató de ver a los ojos a Uriel, mas en un simple parpadeo, fracción de segundos, el ya no estaba, solo en el piso había quedado una flor enorme, de una fragancia deliciosa, una flor de una especie que Lady Death nunca había contemplado...



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